Rafael de Gabriel García (2004).
¿Qué pena se devanaba
entre camelias dormidas?
¿Cuál sería el interrogante
que en tristeza la sumía?
¿Qué becqueriano momento
entre las luces que brillan
llegando del Aljarafe
por el Bajondillo arriba?
Los cristales de los cierros
aéreo fulgor desprendían
que llegaba a la Alameda
por ambiente que suspira
porque llegue la Señora
que entre Soledad transita.
Aquella lejana tarde
de un Sábado de Sevilla
llegó su paso dorado
que de la Plaza salía
entre incienso y entre gente
que entristecidos venían
al hilo de su Dolor,
y es que todo allí sufría
en el silencio del barrio,
por sus lágrimas heridas.
La Cruz y las Escaleras
avanzaron suspendidas
y yo juro que escuché
el trinar de golondrinas
que llevaban en sus picos
las puntas de las espinas
de la Corona de Cristo,
que la Señora traía
en sus manos temblorosas
de Madre tan afligida.
¿Qué pena se devanaba?
que el mismo Cielo quería
bajar hasta San Lorenzo
aquella tarde tristísima,
más nadie supo decirle
ni una palabra de vida
ni su pena consolar
mientras su paso seguía
por calle Conde Barajas
para atravesar Sevilla...
Solos nos quedamos todos
y la Soledad se iba
con su pena devanada
entre camelias dormidas.