Francisco Montero Galvache (1959).
A Ti, jardín celeste donde mora
en su tranquilo sueño la belleza;
a Ti, donde descansa su cabeza
de silencio y de lágrima la aurora.
A Ti, andariega Soledad, pastora
del hondo pastoreo de la tristeza;
en cuyas manos la amargura reza,
y en cuyos ojos la alegría llora.
A Ti, a tu frente pálida y dormida
donde la muerte se convierte en vida,
y el dolor, Soledad, se hace ternura.
Solísima cosecha de dolores,
última procesión, postreras flores,
¡a Ti te da Sevilla su hermosura!