Joaquín Romero Murube(Dios en la Ciudad, 1934).
Viernes Santo. El alma y el cuerpo están cansados de tanto esplendor. ¿Queda aún otro paso? Sí.
Nuestra Señora de la Soledad. Es la última. Sale de San Lorenzo, el barrio más puro de Sevilla. Es una hermandad pura, humilde. La Virgen va transida de dolor, del dolor de la soledad, el dolor más real y aparente de todos los dolores. En el ambiente está ya plasmado el tedio de la fiesta y la Soledad pasa un poco entre el dormitar de todos. Va casi sola en su dolor. Silencio, fin, agotamiento. Los hermanos de la Soledad lloramos esta soledad en que camina nuestra Virgen. Las sillas se apilan informes, contra las aceras. No nos miran. Por entre la sombra y el silencio de las calles vamos con Nuestra Virgen de la Soledad, en soledad. ¡Bendita sea!