Fernando Manuel de Bilbao

Sevilla, 1649.05.24 - 1739

Entre los soleanos de la primera parte de siglo destacó, sin ningún género de dudas, la figura de Fernando Manuel de Bilbao y Zuazo Dávila (Sevilla, 1649.05.24 – 1739).

Su abuelo Francisco, que inició la dinastía unificando los apellidos Bilbao y Zuazo, fue elegido alcalde de la Soledad en 1631, 1636 y 1638, y diputado en varias ocasiones, perteneciendo a la Mesa soleana durante catorce años.

Su hijo Cristóbal Manuel de Bilbao y Zuazu Bernuy, se incorporó como diputado en 1640 y desempeñó este cargo en diversas ocasiones, siendo citado por última vez en 1673 cuando fue nombrado alcalde en una segunda ocasión, pues ya desempeñó este oficio en 1651. En este período debió volcarse al servicio de la Ciudad pues consta que ingresó como caballero veinticuatro en 1664. También fue alcalde de la Santa Hermandad de los Reyes Católicos.

De su matrimonio con doña Luisa Dávila nació el 24 de mayo de 1649 Fernando Manuel de Bilbao que ingresó en la Hermandad de N.ª S.ª de la Soledad de Sevilla el 17 de abril de 1685. Cuatro años más ya aparece como diputado en la Mesa, ocupando entre 1691 a 1695 la escribanía. Fue entonces, y ante el fallecimiento del mayordomo Fernando de Rozas, cuando fue elegido para llevar los destinos económicos de la Corporación, cargo que no abandonó hasta poco antes del final de sus días, permaneciendo en dicho oficio de manera consecutiva durante cuarenta y tres años. En este período las cuentas de la Hermandad fueron presentadas anualmente con una pulcritud que impresiona, y expresan el esplendor y florecimiento que gozó esta Cofradía en un tiempo de decadencia de muchas corporaciones penitenciales sevillanas. Este caballero con rango de hidalguía no poseyó ningún título nobiliario pero administró y coordinó la economía y los designios de la Cofradía, formada por numerosos miembros de la aristocracia sevillana.

En lo referente a la mayordomía de Capilla, bajo su mandato se terminaron las grandes obras del retablo mayor y gradas de Bernardo Simón de Pineda, el dorado de Juan Salvador Ruiz y las pinturas murales de Francisco Meneses Osorio, y él fue quien pagó a Pedro Roldán y a su hijo Marcelino las hechuras de los ángeles lampareros y de los altares laterales, siguiendo luego con las reformas emprendidas en 1703 con ampliación de ventanales y vidrieras. En este momento de madurez alcanzaría la plenitud al ingresar como caballero veinticuatro en el Cabildo hispalense en 1706, constando también que fue alcalde de la Santa Hermandad. Más tarde, en 1725, emprendió otras obras de envergadura en el templo soleano pues ese año fue colocada la solería y luego emprendió la renovación y enriquecimiento de los dorados y estofados en las paredes y cuadros. Fue uno de los caballeros que representó a la Ciudad de Sevilla en el recibimiento al Rey Felipe V y la corte en el 5 de febrero de 1729 y en su despedida el 16 de mayo de 1733.

En lo que tiene que ver con la mayordomía de Cofradía destacó la ejecución del valioso palio, ejecutado con plata indiana, que se realizó a partir de 1692, así como otras obras menores como la renovación de insignias. Abandonó la dirección económica en 1738 solo unos meses antes de su fallecimiento, donando como una de sus postreras voluntades el último alcance negativo que le debía la Hermandad y que ascendía a 10.935 reales.

En 1736 fundó junto a su esposa doña Ana Heredia una capellanía, cuyo sufragio quedaba garantizado por una de las fructíferas empresas de este insigne soleano, que se dedicada al negocio de la «niebe y yelo del que entra y se consume en esta ciud». De este curioso comercio hay que tener en cuenta como en 1692 se abrieron los «Pozos de la Nieve por la Ciudad en Constantina, á gran beneficio de todos, por traerse antes de Ronda, y de Granada y faltar muchas vezes aún á subido precio». Según reza la lápida  que aún existe en la entrada del Pozo de Santa Bárbara de Constantina se acordó el 30 de diciembre de 1696 la ejecución de las obras, nombrándose entre otros como diputados de dicho pozo a Jerónimo Ortiz de Sandoval y Zúñiga y a Fernando Caballero de Illescas, que eran en ese tiempo Diputados de la Hermandad de la Soledad. Todo parece encajar, pues al siguiente año de 1697 la Hermandad de la Soledad de Sevilla intentó adquirir la bóveda funeraria del altar del lado de la Epístola de su Capilla en la Casa Grande del Carmen que era propiedad de un tal «Juan de Arana vezino desta cdad. y heredado en la villa de Cazalla» nombrándose para ello como comisionados a Pedro Jácome de Linden y al propio Fernando Manuel de Bilbao. Sin embargo la Cofradía de la Soledad no conseguiría tal empeño, pues precisamente a la hora de la muerte de Fernando Manuel de Bilbao en 1739 el propietario del enterramiento era el también cazallero Juan Muñoz de la Parra y Fajardo, que no obstante la donó a José Manuel de Bilbao para que los restos de su padre reposaran en la Capilla soleana.

Fernando Manuel de Bilbao permaneció en la Mesa de gobierno de la Soledad medio siglo (1689-1738), cuarenta y tres de ellos como mayordomo, detentando el poder efectivo en la Cofradía. Tras abandonar el cargo, solo vivió unos meses pues el 7 de marzo de 1739 se decidió en cabildo celebrar solemne funeral por su alma, oficiándose solemne misa cantada con su vigilia. Sus restos, fueron enterrados en la referida bóveda funeraria a los pies del altar lateral de la Concepción en el muro norte (o de la Epístola) de la Capilla, y fueron exhumados hacia 1993 con motivo de la intervención arqueológica del Cuartel del Carmen, y se encuentran a la espera de su reposo definitivo a los pies de N.ª S.ª de la Soledad.

La cuarta generación de esta familia en la Hermandad de la Soledad de Sevilla la encabezó José Manuel de Bilbao Zuazu y Heredia que ingresó en la Cofradía el 7 de abril de 1713. En 1733 donó cuatro grandes blandones de plata a N.ª S.ª de la Soledad «para servir en el altar, con calidad de que por ningún motivo puedan desvaratarse» y ocupó en 1738 el cargo de mayordomo que había dejado su padre. Ese mismo año tomó posesión como caballero veinticuatro en el Cabildo sevillano y su rastro se pierde una década después al ser sustituido en la dirección económica por José de Espinosa.

Por último, hay que destacar como Ana María de Bilbao y Meñaca, hija de José Manuel de Bilbao, se casó con Pedro de Rivas y Jáuregui, personaje importante en la Sevilla de la Ilustración pues fue caballero veinticuatro, alcalde de la Santa Hermandad y hacendado del Consulado Nuevo. En 1769, tras un período posterior a la dirección económica de José de Espinosa, se hizo cargo de la mayordomía Pedro de Rivas, oficio que ejerció durante veinticuatro años, lo que implica que tres generaciones de los Bilbao ejercieron poder efectivo en la Cofradía de la Soledad durante el siglo XVIII (1695-1793).

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